Son dilataciones, tortuosidades y alargamientos de las venas fundamentalmente en las extremidades inferiores.
Las várices constituyen la alteración venosa más común, relacionada con la edad y el sexo; se detectan en más del 50% en mayores de 60 años y son más frecuentes en la mujer.
Se estima que el 30 % de la población las padecen, multiplicándose por dos la probabilidad de padecerlas aquellas personas que tienen historia familiar de várices.
¿Qué las producen?
Existen múltiples factores que inciden en el desarrollo de las várices; por un lado, pueden ser producidas por una debilidad en las paredes de las venas debido a un origen genético y por otro, causas que conducen a un aumento de la presión dentro del sistema venoso (por permanecer mucho tiempo de pie, etc.). Todo ello conduce a una dilatación venosa progresiva y a una incompetencia de las válvulas venosas que dificultan el retorno de la sangre al corazón.
Se ha comprobado que aparecen várices en el 50% de las mujeres en el momento del embarazo, aumentando la probabilidad en las multíparas. Es importante seguir los consejos de su ginecólogo durante el embarazo, para disminuir el riesgo de su aparición o acentuación.
¿Cómo evolucionan?
Lo hacen en forma progresiva apareciendo al comienzo dilataciones de poca intensidad, preocupando solamente por la estética.
Luego suele aparecer cansancio y pesadez en las piernas al permanecer de pie por períodos prolongados, así como dolor en tobillos y pantorrillas y calambres por lo general durante las noches. Es común también verificar la aparición de picazón en el dorso del pie y tobillos, así como en la proximidad de las dilataciones venosas.
La hinchazón original en los tobillos, que suele ceder al comienzo con reposo de los miembros elevados; con el tiempo termina afectando toda la pierna no resultando el tratamiento postural. Posteriormente aparece pigmentación de la piel, en la parte interna de la pierna, picazón intensa, durezas y atrofia de la piel. Por último, aparece una úlcera cutánea, en la parte interna del tobillo, cuya infección puede ser seria y presenta dificultades en la cicatrización.
Debemos recordar que las várices mal tratadas presentan un mal pronóstico en cuanto a sus complicaciones (úlceras, tromboflebitis, tromboembolias, etc.).
Es fundamental que la persona pueda concurrir oportunamente al médico para evitar llegar a etapas tan avanzadas de la enfermedad.
¿Cómo pueden tratarse o evitar su aparición?
– Manteniendo activa la circulación venosa y evitando la sobrecarga de la extremidad, por medio de ejercicios físicos adecuados y deporte controlados.
– La natación, así como el ciclismo, son prácticas que resultan especialmente útiles, aún para aquellos que no la practiquen regularmente.
– Los masajes manuales o de hidromasajes suelen dar buenos resultados.
– La utilización permanente de medias elásticas o vendajes apropiados para su contención, ayuda.
– La elevación de las extremidades durante el reposo diurno y nocturno contribuye a disminuir el cansancio y la pesadez de las piernas.
– Evitando ambientes excesivamente cálidos.
Recordemos que una vez establecidas las várices, no existe medicamento que pueda revertir el proceso. Los medicamentos usualmente recomendados disminuyen los síntomas, pero poco contribuyen a la reducción de las várices.
El tratamiento quirúrgico, con buenos resultados iniciales, en el 90% de los casos, no logra siempre impedir que las várices vuelvan a aparecer.
¿Cómo prevenirlas?
PRACTICANDO EJERCICIO FISICO. El ejercicio físico es recomendado para aquellas personas que están sanas incluso para las que tienen algún problema circulatorio en los miembros inferiores, salvo aquellos pacientes, que estando en reposo, presentan dolores en las piernas (consulte de inmediato a su médico).
CUIDANDO EL PESO CORPORAL. El sobrepeso dificulta la circulación, empeorando los trastornos circulatorios. Por ello, es fundamental que controle su índice de masa corporal en forma periódica y adopte una dieta equilibrada baja en calorías (bajo en grasas e hidratos de carbono).
EVITANDO LOS PERÍODOS PROLONGADOS DE PIE, si no lo puede remediar, protéjase usando medias “elásticas”.
EVITANDO FUMAR. Fumar entre otras cosas aumenta la coagulación facilitando la aparición de trombosis y tromboflebitis.
Si Ud. ya fuma y tiene problemas de várices, debería decidirse a abandonar este hábito cuanto antes. En realidad no a todas las personas que fuman les resulta fácil dejar de hacerlo, por ello se recomienda que busque apoyo técnico.
Dr. Daniel Rubio – Médico Flebólogo